Ética y responsabilidad

    Hoy vengo a hablar sobre la ética. Qué gran palabra y cuánto contenido se puede extraer de ella. Podríamos definir la ética como un código moral o comportamiento humano que posteriormente se ha desarrollado como filosofía. Proviene del griego “ethika”, de “ethos” que significa carácter. Gracias a la ética podemos dejar de pensar en la religión que bajo mi punto de vista ,aunque tiene muchas partes buenas, se basa en adorar algo externo a nosotros sin ningún criterio más que la fe incondicional. Deberíamos centrarnos en nuestro interior, adorarnos, querernos y confiar en que las decisiones y los pensamientos que tengamos nos acercarán a nuestro bienestar y a los hechos que buscamos. No me quiero meter más en este campo porque daría mucho de qué hablar.

 

    La ética cívica está fundada en los Derechos Humanos y recogen los valores que deberían guiar nuestra conducta, que son: libertad, igualdad, solidaridad, tolerancia y diálogo. Con estas palabras sobre nuestra cabeza empezaremos a tomar las decisiones que serán las que creen los lazos de unión para vivir en armonía en nuestra sociedad. Por otro lado podemos dividir las sociedades en tradicionales y modernas. Las tradicionales se basan en ideologías etnocentristas (piensan que los suyos es lo mejor) y las modernas se basan en el llamado relativismo cultural (lo mío no tiene por qué ser considerado superior a lo ajeno).

 

    Nuestra sociedad, como moderna que es, basa sus fundamentos en la ética policial, bajo los valores de tolerancia, solidaridad y responsabilidad.
Quiero centrarme en la responsabilidad. La responsabilidad es ser capaz de responder a los actos que cada uno realiza, tener autonomía y poder tomar decisiones libremente. Sin responsabilidad no podemos ser libres porque cuando somos libres (independientes y conscientes) nos damos cuenta del resultado de nuestras acciones y podemos ser responsables. Un ejemplo claro a la hora de querer ser responsable de nuestros pensamientos sería… Tengo el pensamiento de querer ser delgado, por encima tendríamos el valor de llevar una vida saludable con sus consiguientes hechos y acciones.

 

    Sin la responsabilidad de nuestros actos nos sería imposible conseguir nuestros objetivos y cumplir con nuestros valores.
Los seres humanos adquirimos nuestros valores a través de la socialización, o sea los mecanismos por los cuales una persona aprende e interioriza los elementos socioculturales integrándolos en su personalidad con la influencia de experiencias y agentes sociales y externos (que hablaremos más adelante sobre ellos).

 

Freud: Entiende la socialización viéndola como un conflicto mediante el cual las personas aprenden a refrenar sus instintos.
Piaget: Piensa que el ser humano es egocentrista por naturaleza y a través de la socialización se va controlando.
Rocha: Afirma que la socialización es el proceso por el cual una persona aprende e interioriza la parte sociocultural de su ambiente fusionándose con su personalidad y adaptándose a su entorno social.

 

    La socialización o aprendizaje es un proceso permanente que dura toda la vida aunque muchas personas piensan que sólo ocurre durante la infancia, si bien es más intenso en este periodo, continúa por el resto de nuestra vida. Cuando somos pequeños en nuestra familia nos inculcan un código moral que aprendemos a base de castigos para saber si lo que hacemos está bien o mal sin que exista razonamiento por nuestra parte, simplemente lo aceptamos y aterrizamos. Esta reacción es emocional y por ello tenemos respuestas afectivas ante ciertos aspectos del mundo.
Podemos distinguir tres fases: En la primera adquirimos una cultura a través de unos modelos, valores y formas de pensar que recibimos por la familia, escuela, amigos, grupos sociales y medios de comunicación. La segunda fase consiste en integrar en nuestra personalidad esos modelos de manera que acabamos normalizándolos y se convierten en una obligación moral. Y la tercera fase consiste en la adaptación al entorno, de manera que se facilita la convivencia y la adaptación al entorno.

 

    Cuando aprendemos una nueva habilidad o conocimiento se requieren una serie de rutinas, hábitos y actitudes que predispongan nuestra conducta para ser capaces implementarlas a nuestra vida. Y no me refiero a aprender cómo funciona un microondas o un teléfono móvil. Si no aprender a tocar un instrumento, un deporte, una ciencia, algo que requiera una consistencia en el tiempo y que si no estás motivado por una emoción de recompensa interna nunca seremos capaces de conseguirlo. Aquí es donde entran las prioridades. ¿Qué haríamos sin el dinero no importará? ¿Qué nos gustaría ser, hacer o tener que postergamos continuamente? Me topo constantemente con personas que se quejan o que no se sienten realizadas por qué no tienen o no son lo que ellos quieren, pero cuando les preguntas que por qué no lo han hecho te dicen que no tienen tiempo. Amigo… te voy a decir un secreto, todos tenemos el mismo tiempo, 24 horas cada día. Lo que nos hace diferentes y por lo tanto satisfechos con nuestros deseos es cómo utilizamos nuestro tiempo y cómo priorizamos nuestras tareas.

 

    Cada uno tenemos unas prioridades en la vida, el problema es que muchas veces no somos conscientes de nuestros actos y vivimos la vida por inercia, realizando monótamente tareas y tareas de la misma forma. Como dijo Einstein, "si sigues haciendo las cosas de la misma forma, obtendrá los mismos resultados". A veces hay que bajarse del carro y pensar, coño, si queremos llegar hasta aquí y haciendo esto que hago no lo consigo… ¿Por qué no pruebo otra manera? A lo mejor la siguiente forma que busques no funciona, ni a la tercera, pero puedes estar seguro que probando y equivocándote o aprendiendo de las personas que querían conseguir lo mismo conseguirás llegar a la respuesta. Muchas veces no tenemos la respuesta de cómo hacer, ser o tener algo pero… aquí va otro secreto… No importa saber cómo llegar del punto A al punto B, lo importante es saber que quieres llegar. Ya irás descubriendo poco a poco las rutinas, hábitos y actitudes que harán que te vayas acercando. Eso sí, nunca te olvides de afilar el hacha, que significa descansar y desconectar. Se puede hacer de muchas formas sanas, ya sea saliendo a correr, charlar con un amigo o pegándote una escapada. Para conseguirlo sólo necesitas una motivación, al igual que nos levantamos para trabajar cada mañana bajo el incorrecto pensamiento de un salario digno, ¿por qué no somos capaces de hacer otras cosas? Sí, lógicamente de nuestro trabajo se sustentan esta estabilidad para cubrir unas nuestras necesidades fisiológicas. Tenemos que alimentarnos, vivir bajo un techo, relacionarnos, transportarnos y de vez en cuando pegamos un capricho y por eso nos sentimos motivados. Pero realmente las metas que vayamos consiguiendo serán las que nos harán sentirnos realizados.

 

Cierra los ojos imagínate que estás en un funeral, de repente te acercas al ataúd para ver quién es y te das cuenta de que eres tú. ¿Qué quieres que la gente dijera de ti? ¿Cómo querrás que te recuerden? Piensa en ello y tómate tu tiempo, puede sacar muchas conclusiones de este ejercicio.

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